jueves, 18 de diciembre de 2008

Escape - Duele

El cuentista

Era una tarde calurosa y el vagón del tren también estaba caliente; la siguiente parada, Templecombe, estaba casi a una hora de distancia. Los ocupantes del vagón eran una niña pequeña, otra niña aún más pequeña y un niño también pequeño. Una tía, que pertenecía a los niños, ocupaba un asiento de la esquina; el otro asiento de la esquina, del lado opuesto, estaba ocupado por un hombre soltero que era un extraño ante aquella fiesta, pero las niñas pequeñas y el niño pequeño ocupaban, enfáticamente, el compartimiento. Tanto la tía como los niños conversaban de manera limitada pero persistente, recordando las atenciones de una mosca que se niega a ser rechazada. La mayoría de los comentarios de la tía empezaban por «No», y casi todos los de los niños por «¿Por qué?». El hombre soltero no decía nada en voz alta.

-No, Cyril, no -exclamó la tía cuando el niño empezó a golpear los cojines del asiento, provocando una nube de polvo con cada golpe-. Ven a mirar por la ventanilla -añadió.

El niño se desplazó hacia la ventilla con desgana.

-¿Por qué sacan a esas ovejas fuera de ese campo? -preguntó.

-Supongo que las llevan a otro campo en el que hay más hierba -respondió la tía débilmente.

-Pero en ese campo hay montones de hierba -protestó el niño-; no hay otra cosa que no sea hierba. Tía, en ese campo hay montones de hierba.

-Quizá la hierba de otro campo es mejor -sugirió la tía neciamente.

-¿Por qué es mejor? -fue la inevitable y rápida pregunta.

-¡Oh, mira esas vacas! -exclamó la tía.

Casi todos los campos por los que pasaba la línea de tren tenían vacas o toros, pero ella lo dijo como si estuviera llamando la atención ante una novedad.

-¿Por qué es mejor la hierba del otro campo? -persistió Cyril.

El ceño fruncido del soltero se iba acentuando hasta estar ceñudo. La tía decidió, mentalmente, que era un hombre duro y hostil. Ella era incapaz por completo de tomar una decisión satisfactoria sobre la hierba del otro campo.

La niña más pequeña creó una forma de distracción al empezar a recitar «De camino hacia Mandalay». Sólo sabía la primera línea, pero utilizó al máximo su limitado conocimiento. Repetía la línea una y otra vez con una voz soñadora, pero decidida y muy audible; al soltero le pareció como si alguien hubiera hecho una apuesta con ella a que no era capaz de repetir la línea en voz alta dos mil veces seguidas y sin detenerse. Quienquiera que fuera que hubiera hecho la apuesta, probablemente la perdería.

-Acérquense aquí y escuchen mi historia -dijo la tía cuando el soltero la había mirado dos veces a ella y una al timbre de alarma.

Los niños se desplazaron apáticamente hacia el final del compartimiento donde estaba la tía. Evidentemente, su reputación como contadora de historias no ocupaba una alta posición, según la estimación de los niños.

Con voz baja y confidencial, interrumpida a intervalos frecuentes por preguntas malhumoradas y en voz alta de los oyentes, comenzó una historia poco animada y con una deplorable carencia de interés sobre una niña que era buena, que se hacía amiga de todos a causa de su bondad y que, al final, fue salvada de un toro enloquecido por numerosos rescatadores que admiraban su carácter moral.

-¿No la habrían salvado si no hubiera sido buena? -preguntó la mayor de las niñas.

Esa era exactamente la pregunta que había querido hacer el soltero.

-Bueno, sí -admitió la tía sin convicción-. Pero no creo que la hubieran socorrido muy deprisa si ella no les hubiera gustado mucho.

-Es la historia más tonta que he oído nunca -dijo la mayor de las niñas con una inmensa convicción.

-Después de la segunda parte no he escuchado, era demasiado tonta -dijo Cyril.

La niña más pequeña no hizo ningún comentario, pero hacía rato que había vuelto a comenzar a murmurar la repetición de su verso favorito.

-No parece que tenga éxito como contadora de historias -dijo de repente el soltero desde su esquina.

La tía se ofendió como defensa instantánea ante aquel ataque inesperado.

-Es muy difícil contar historias que los niños puedan entender y apreciar -dijo fríamente.

-No estoy de acuerdo con usted -dijo el soltero.

-Quizá le gustaría a usted explicarles una historia -contestó la tía.

-Cuéntenos un cuento -pidió la mayor de las niñas.

-Érase una vez -comenzó el soltero- una niña pequeña llamada Berta que era extremadamente buena.

El interés suscitado en los niños momentáneamente comenzó a vacilar en seguida; todas las historias se parecían terriblemente, no importaba quién las explicara.

-Hacía todo lo que le mandaban, siempre decía la verdad, mantenía la ropa limpia, comía budín de leche como si fuera tarta de mermelada, aprendía sus lecciones perfectamente y tenía buenos modales.

-¿Era bonita? -preguntó la mayor de las niñas.

-No tanto como cualquiera de ustedes -respondió el soltero-, pero era terriblemente buena.

Se produjo una ola de reacción en favor de la historia; la palabra terrible unida a bondad fue una novedad que la favorecía. Parecía introducir un círculo de verdad que faltaba en los cuentos sobre la vida infantil que narraba la tía.

-Era tan buena -continuó el soltero- que ganó varias medallas por su bondad, que siempre llevaba puestas en su vestido. Tenía una medalla por obediencia, otra por puntualidad y una tercera por buen comportamiento. Eran medallas grandes de metal y chocaban las unas con las otras cuando caminaba. Ningún otro niño de la ciudad en la que vivía tenía esas tres medallas, así que todos sabían que debía de ser una niña extraordinariamente buena.

-Terriblemente buena -citó Cyril.

-Todos hablaban de su bondad y el príncipe de aquel país se enteró de aquello y dijo que, ya que era tan buena, debería tener permiso para pasear, una vez a la semana, por su parque, que estaba justo afuera de la ciudad. Era un parque muy bonito y nunca se había permitido la entrada a niños, por eso fue un gran honor para Berta tener permiso para poder entrar.

-¿Había alguna oveja en el parque? -preguntó Cyril.

-No -dijo el soltero-, no había ovejas.

-¿Por qué no había ovejas? -llegó la inevitable pregunta que surgió de la respuesta anterior.

La tía se permitió una sonrisa que casi podría haber sido descrita como una mueca.

-En el parque no había ovejas -dijo el soltero- porque, una vez, la madre del príncipe tuvo un sueño en el que su hijo era asesinado tanto por una oveja como por un reloj de pared que le caía encima. Por esa razón, el príncipe no tenía ovejas en el parque ni relojes de pared en su palacio.

La tía contuvo un grito de admiración.

-¿El príncipe fue asesinado por una oveja o por un reloj? -preguntó Cyril.

-Todavía está vivo, así que no podemos decir si el sueño se hará realidad -dijo el soltero despreocupadamente-. De todos modos, aunque no había ovejas en el parque, sí había muchos cerditos corriendo por todas partes.

-¿De qué color eran?

-Negros con la cara blanca, blancos con manchas negras, totalmente negros, grises con manchas blancas y algunos eran totalmente blancos.

El contador de historias se detuvo para que los niños crearan en su imaginación una idea completa de los tesoros del parque; después prosiguió:

-Berta sintió mucho que no hubiera flores en el parque. Había prometido a sus tías, con lágrimas en los ojos, que no arrancaría ninguna de las flores del príncipe y tenía intención de mantener su promesa por lo que, naturalmente, se sintió tonta al ver que no había flores para coger.

-¿Por qué no había flores?

-Porque los cerdos se las habían comido todas -contestó el soltero rápidamente-. Los jardineros le habían dicho al príncipe que no podía tener cerdos y flores, así que decidió tener cerdos y no tener flores.

Hubo un murmullo de aprobación por la excelente decisión del príncipe; mucha gente habría decidido lo contrario.

-En el parque había muchas otras cosas deliciosas. Había estanques con peces dorados, azules y verdes, y árboles con hermosos loros que decían cosas inteligentes sin previo aviso, y colibríes que cantaban todas las melodías populares del día. Berta caminó arriba y abajo, disfrutando inmensamente, y pensó: «Si no fuera tan extraordinariamente buena no me habrían permitido venir a este maravilloso parque y disfrutar de todo lo que hay en él para ver», y sus tres medallas chocaban unas contra las otras al caminar y la ayudaban a recordar lo buenísima que era realmente. Justo en aquel momento, iba merodeando por allí un enorme lobo para ver si podía atrapar algún cerdito gordo para su cena.

-¿De qué color era? -preguntaron los niños, con un inmediato aumento de interés.

-Era completamente del color del barro, con una lengua negra y unos ojos de un gris pálido que brillaban con inexplicable ferocidad. Lo primero que vio en el parque fue a Berta; su delantal estaba tan inmaculadamente blanco y limpio que podía ser visto desde una gran distancia. Berta vio al lobo, vio que se dirigía hacia ella y empezó a desear que nunca le hubieran permitido entrar en el parque. Corrió todo lo que pudo y el lobo la siguió dando enormes saltos y brincos. Ella consiguió llegar a unos matorrales de mirto y se escondió en uno de los arbustos más espesos. El lobo se acercó olfateando entre las ramas, su negra lengua le colgaba de la boca y sus ojos gris pálido brillaban de rabia. Berta estaba terriblemente asustada y pensó: «Si no hubiera sido tan extraordinariamente buena ahora estaría segura en la ciudad». Sin embargo, el olor del mirto era tan fuerte que el lobo no pudo olfatear dónde estaba escondida Berta, y los arbustos eran tan espesos que podría haber estado buscándola entre ellos durante mucho rato, sin verla, así que pensó que era mejor salir de allí y cazar un cerdito. Berta temblaba tanto al tener al lobo merodeando y olfateando tan cerca de ella que la medalla de obediencia chocaba contra las de buena conducta y puntualidad. El lobo acababa de irse cuando oyó el sonido que producían las medallas y se detuvo para escuchar; volvieron a sonar en un arbusto que estaba cerca de él. Se lanzó dentro de él, con los ojos gris pálido brillando de ferocidad y triunfo, sacó a Berta de allí y la devoró hasta el último bocado. Todo lo que quedó de ella fueron sus zapatos, algunos pedazos de ropa y las tres medallas de la bondad.

-¿Mató a alguno de los cerditos?

-No, todos escaparon.

-La historia empezó mal -dijo la más pequeña de las niñas-, pero ha tenido un final bonito.

-Es la historia más bonita que he escuchado nunca -dijo la mayor de las niñas, muy decidida.

-Es la única historia bonita que he oído nunca -dijo Cyril.

La tía expresó su desacuerdo.

-¡Una historia de lo menos apropiada para explicar a niños pequeños! Ha socavado el efecto de años de cuidadosa enseñanza.

-De todos modos -dijo el soltero cogiendo sus pertenencias y dispuesto a abandonar el tren-, los he mantenido tranquilos durante diez minutos, mucho más de lo que usted pudo.

«¡Infeliz! -se dijo mientras bajaba al andén de la estación de Templecombe-. ¡Durante los próximos seis meses esos niños la asaltarán en público pidiéndole una historia impropia!»

CUENTO DEL NARRADOR BRITÁNICO SAKI

5 jergas PARA peruanizar un poco

Por Renato Neira Ladrón de Guevara

El hablar popular (florear) ósea el usar jerga o mas conocida como jeringa (jerga para la palabra jerga), ya no es una característica solo de unos estratos marginales (el rioba) de la sociedad ahora se a expandido a todos los niveles socioeconómicos, desde el pitucazo high life, hasta el cholo mas motero que haya. Es mas ahora la jeringa brava a evolucionado (ta bravaza), aparecen jergas que ya no podemos explicar de donde rayos salieron, tipo “estar palteado”, no se hasta que punto la palta, una fruta de sabor neutro, tenga que ver con la ira o el desconcierto de alguien. Los peruanos (peruchos) somos campeones (cancheros) en sacar jergas de otras jergas, por ejemplo “chilindrina” que sale de la jerga “chela” que significa cerveza, o incluso recuerdo haber oído alguna vez decir “voy por un Cristiano Ronaldo”, que es un futbolista (pelotero) portugués, pero en jerga significa voy a orinar, a “achicar”, a “cambiarle de agua a las aceitunas”, claro, esta jerga salio de “voy por un Christian Meier”, el apellido de este seudo actor, se asemeja a la palabra “mear”, que es la acción de orinar solo que dicha para los animales, en resumen decir “voy a orinar” y decir “voy por un Cristiano Ronaldo”, fuera del contexto social peruano suena completamente ilógico (una rocaza) e incluso de característica gay (boyo), ya que un hombre que va al baño en busca de un futbolista portugués (grrrr!!) no suena del todo masculino ni viril. La jerga ahora es una característica de habla peruana por excelencia y tradición, y solo se limita levemente a un rango amplio de edad, obviamente no se oye a una anciana diciendo “ya pe hijito chitón-boca que toy jateando”, ni a un clérigo diciendo “toy bien arriola y ninguna monja para bola”. Pero en el reino de las jergas, hemos escogido 5 que destacan por su bravura y complejidad. Los “5para” de hoy son:

1) “Estar en algodón”: que sale de “estar en algo”, que significa que sus características son buenas pero no excelentes, otros términos: “estar en alquitrán”, “estar maso”, etc.

2) “Estar arriola”: ósea tener una considerable hambre sexual producto de una insana abstinencia, otros término: “estar arrecho”, “estar en falta”, etc.

3) “tener Cayetano Heredia”: que sale de la expresión “tener calle”, todo esto significa ser sabido, “tener mundo” (en jerga del abuelo), saber mucho sobre todo de las mañas de ola calle y de la vida pública, otro términos: “tener esquina”, “manejar calle”, “ser pendeivis”, etc.

4) “Sacar la vuelta”: que significa engañar a la pareja, que es muy diferente de “dar vuelta” que es matar, o que te digan “saca la vuelta” que significa “lárgate”, “safa” o el mas peruano “fuiiira”, otros términos: “poner cachos”, “trampear”, etc.

Y por último...

5) La palabra de la cual hemos contado más jergas o “acepciones populares” (suena hasta poético), es la existente palabra “homosexual”, o individuo que gusta y siente atracción por los de su mismo sexo, claro que en Perú la usamos para todo, y es una forma de referirte a tus amigos en contextos adecuados (ósea cogerlo de boyo de la pura hueva), la “acepciones populares” son: boyo, marica, maricuete, mariposon, marisco, mariscal, brito, británico, chimbombo, voltarén, cabro, broca, brócoli, chivo, rosquete, rosca, taparosca, ronquilla, mostacero, volteado, invertido, gatorade, chavón, chicochica, mujercito, etc., etc., etc.

La “jeringa perucha tiene pa´ rato” y sus características son únicas, esto al margen de que sea motivo de orgullo o de una falta total de cultura, la jerga da risa, bueno un español lloraría de ver como “pateamos su idioma”.

Una de vaqueros

Por Luis Miguel Armas Moreno

Me levanto. Bostezo. Camino hacia el refrigerador. Abro la nevera. Cojo el vaso de yogur que me espera todas las mañanas. Estornudo. Regreso a mi habitación. Enciendo el ordenador. Leo lo último que escribí anoche. Me parece una mierda. Abro el Messenger. Descubro que cada día tengo menos amigos. Sonrío. Veo en línea a Charlín, mi primo de quince años que a esta hora debería estar en el colegio.

- Hola, vaquero –le digo.
- Habla, pajero –me responde.
- ¿No deberías estar en el cole? –le pregunto.
- ¿No deberías estar en la universidad?
- Lo mismo me dice mamá, pero ya sabes, me quité.
- ¡Qué envidia! Si yo pudiera hacer lo mismo con el cole.
- Lo haces a diario… ¡Conchudo!
- Bueno. Es que estoy confundido.
- ¿Qué pasa?
- No entiendo. Mis viejos me mandan al cole para que me enseñen “valores” y en el cole me dicen que debo aprenderlos en la casa. ¿Total?
- No hay peor pendejada que buscarle algún sentido al cole. Yo gasté once años de mi vida en ese plan, y aún sigo, como Condorito, exigiendo una explicación.
- ¿Gastaste? Gastaron tus viejos, dirás.
- No. Tampoco. Digamos que le metí la yuca al Estado. ¡Qué vivan los colegios nacionales!
- ¡El Estado debería demandarte!
- Ya lo hizo.
- ¿Ah?
- Oye, ¿y de qué curso te escapaste, Charlín?
- De Historia.
- Ay, Historia. ¡Ese curso es un verdadero fraude! Durante todo el año te hacen aprender de memoria la biografía de “héroes” como Miguel Grau, Alfonso Ugarte, Francisco Bolognesi, Abelardo Quiñónez y un largo etcétera. ¿Y tanto para qué? Para después enterarnos que los compadres se murieron por las huevas, porque a las finales siempre perdimos todas las batallas, todas las guerras. ¡Malditos losers!
- Ah, y no te olvides de los Incas.
- Uyy. Claro. Los que nos legaron Machu Picchu para que varios siglos después fuera descubierto por un estadounidense. ¡Jo! Esto es a lo que yo llamo “el orgullo de ser peruano”.
- Veo que tú sí entrabas a clases de historia.
- No. Yo también me escapaba del cole y me asilaba más bien en la hedionda biblioteca municipal, que de todos modos era menos hedionda que mi “prestigioso” colegio nacional.
- ¿No habían cabinas de Internet?
- Sí, pero por fortuna en ese tiempo no estaban al alcance del diminuto bolsillo de un colegial.
- ¿Por fortuna?
- Sí. ¿Te imaginas con cuánto idiota hubiera perdido mi tiempo hablando por messenger o jugando en red?
- ¿Jugamos?
- No. Para perder mi tiempo ya tengo suficiente con pensar a qué nueva universidad iré.
- ¿Persistes?
- Sí. Todas las personas con canas que conozco me dicen que reconsidere la idea, que vuelva a la universidad, que no seré nadie sin título universitario. Y bien reza el adagio que “las canas son sinónimo de sabiduría”.
- ¡Que se tiñan el pelo y que no jodan! Los títulos universitarios dicen sólo dos cosas: que tuviste el dinero suficiente para conseguirlos, y que fuiste lo suficientemente imbécil para pasarte cinco años trasnochando y aguantando a una sarta de animales con saco y corbata que se hacen llamar “catedráticos”.
- Dices cosas muy inteligentes para tener quince años y para ser mi primo, pero vuelve al colegio, ¡huevón!
- Y tú a la universidad.
- ¡Jo! Mejor has como mi madre y rézale a San Judas Tadeo, patrón de las causas imposibles.
- El colegio y la universidad son una locura, ¿no?
- Qué te diré, Charlín... La única diferencia entre los colegios, la universidad y los manicomios consiste en que en los dos primeros sí pagas por entrar.
- Bueno, ya me cansé de perder el tiempo, voy a seguir jugando.
- Vale. Yo voy a escribir algo para el Blog.
- ¿No escribirás sobre esta conversación, verdad? No quiero imaginar qué pasaría si mis viejos llegan a leer esta huevada.
- Claro que no. Descuida.

Brújula dormida

Por Denisse Vega Farfán

Se derrumbaron los castillos de seda
Donde el dragón era sólo un cuadro oblicuo
Cubierto con abandono en el fondo de la sala

Ahora el dragón agita su áspera cola
Su brasa se vuelve oxígeno de mi cuerpo
Y mi cuerpo oxígeno del dolor

Huelo la tarde descompuesta
Que brama en el jardín
Converso con los labios robustos que se abren en el limo
Vocalizando una tóxica dulzura
Y pequeños cipreses derruidos como niños calcinados
Que la inercia descascara de sus rancios vagidos de victoria
Jamás leída jamás lograda
Contra la oblonga llamarada del dragón

Los prefiero
Su silencio es menos obsceno que la verdad
Menos tullido que la duda
Yo les hablo
Con agonía de delfín en el río
De mujer ante los pies morados de su hijo muerto
De Nietzsche ante los ojos vaciados del mundo
Mientras el dragón -pródigo de arrecifes-
De soslayo me vigila

Yo converso amistosamente
Con el espasmo que explota y vuelve a nacer en mi corazón
Hasta con el último hongo de la náusea
Mientras él engulle sin mesura
Mares ciudades
Soleadas plazuelas del tiempo
Puentes hacia la fantasmal sabiduría
Ficciones de un lenguaje mejor hablado
Desde los labios de la emancipación
Dudando si soy
Tan sólo un fantasma
O el trino del amor que aún no se fermenta

Así
Cuando el flamígero colmillo del dragón asoma
Y su abdomen saciado de terror se ahueca aún insatisfecho
Y tan entusiasmado tropieza con mi hedor
Que cree que le brotará fuego helado por las fauces
O las trasquiladas cabezas de todos los veranos
Cuando la luz me sonríe mostrándome
Su dentadura rota
Como si detrás del halo de un amor
Se ocultara un foso
Así
Cuando todo
Todo
Hasta la tersura de mamá en el rubor del escaramujo
Se subvierte
Yo converso con lo que no tiene color
Aroma
Destino
Ni un nombre por el cual llamarlo

Sopa de Letras

Por Ricardo Calderón Inca
Oscar, al ver que no pudo aprobar el examen de literatura, tomó al pie de letra las sabias palabras de Gonzalo.

-Cómete los libros pe muchachón.
Horas más tarde fue hospitalizado de emergencia, al interior de Oscar yacían papeles y mariposas en total armonía.

Perros Héroes de Mario Bellatín


Por Garbriel Revelo

Un ambiente extraño pero a la vez, tremendamente compacto y definido. Aunque me sea desconocido, podría definirlo a la perfección gracias a un pequeño registro fotográfico y a una novela de apenas 74 páginas.


Gracias a una recomendación de mi amiga Oralia, a ‘Perros Héroes’ de Mario Bellatin le tenía ganas desde hace más de un año. “Trata de un Hombre Inmóvil que tiene 40 perros, léelo, conociendo tus gustos, te va a gustar”, me dijo. Tiempo después me topé con el libro en una librería y su subtitulo me intrigó aun más: Tratado sobre el futuro de América Latina, visto a través de un hombre inmóvil y sus treinta Pastor Belga Malinois. En aquella ocasión no lo compré, pasando a formar parte de mi ya interminable lista de libros pendientes que creo nunca leeré.

Sin embargo, no pude resistirme y terminé adquiriendo el libro en el remate “Salva un libro” que varias casas editoriales realizaron hace un par de semanas en el Auditorio Nacional. A penas lo vi en un estante no me lo pensé dos veces. Dicen que los libros que se leen lo escogen a uno, y en el caso de ‘Peros Héroes’ así fue. Pensaba encontrar una historia mal planteada sólo como el pretexto para hablar de la situación del continente americano. No podía estar más equivocado, apenas me bastó leer un par de hojas en el metro para darme cuenta que la narración de Bellatin (por fortuna) nada tenía que ver con mi idea inicial de la historia.

De haberlo deseado, podría haberlo leído en menos de una hora, pero mi pudor que me hace degustar los buenos relatos a velocidades ridículamente tortuguiles me hizo tardarme días enteros. Suficientes para que ante mis ojos se describiera un microuniverso: inmenso como un continente, compacto como una casa. Sencillo pero a la vez lleno de significados que van más allá de la lógica común y que nos ofrece una complejidad psíquica en cada uno de los personajes que uno más añora entre más los desconoce. Y es que a ‘Perros Héroes’ se le puede atajar desde diferentes frentes; si para algunos la historia planteada simple y sencillamente es original y entrañable, para otros se trata de un planteamiento muy astuto e inteligente de un continente que es aun más complejo que un Hombre Inmóvil encargado de criar perros.

Sería ingrato hablar de más y vender la historia de una novela que de verdad recomiendo, pero más ingrato, y en buena medida injusto, sería dejar este texto sin hablar un poco de la parcialidad absoluta que en el relato es ese hombre inmóvil que no termina de sorprender mi entendimiento y que en su infancia conoció a un niño escritor que redactaba historias de perros héroes, o de su madre y su mamá que separan bolsas día y noche, o un halcón que cada tarde caza a un ratón, o el enfermero entrenador y su entrega a una vida destinada a nada, o unos periquitos canadienses, o a 40 perros Pastor Belga Malinois, o un mapa de América Latina o un viaje espacial. O un poquito de todo, o un poquito de nada, que de eso se constituyen los ambientes, y si de algo goza ‘Perros Héroes’ es precisamente de “ambientes”.

Seguramente lo releeré varias veces más. Seguramente buscaré más relatos de Bellatin y los disfrutaré de la misma manera. Me queda claro que es un autor total, preocupado por la estética y expansión de sus relatos, por simplificar relatos en los que caben infinitas posibilidades y que por lo mismo nos parecen propios. Tiempo inmóvil en el que no pasa nada pero que conforma un cuadro viviente y nunca igual.

Lirón de Alicia

Por Ester García Cortés "3ster"




El perro más feo del mundo

Por Fermina

El concurso fue en California. Puede entenderse que el radio de distancia para los concursantes fue totalmente norteamericano. Aquí también debería darse un concurso así. Aquí también hay perros y, a pesar de su apariencia, yo prefiero a los que llaman "desagradables". De todos modos, imagino que aquel perrito tan feo, devastado por el cáncer, debió haber sido en vida un sujeto muy cariñoso y amable, a modo de compensación por su aspecto físico.

69.

Por Sereales

Ex-prisionero

Por Jorge Torres

En su antigua vida había sido mal visto, torturado con desdén y obligado a ser normal, cuando huyó de aquel lugar, llegó a una ciudad donde era igual a todos; la tierra de los monstruos, seres: odio, lujuria, amor, temor, envidia,orgullo,etcétera,etcétera y etcétera.

Sabría álguien que era un ex-prisionero, lo sabrían? quizá. Pero su sorpresa fue mayor cuando los ciudadanos lo saluban amistosamente y le pedían garabatear unos manuscritos.
Un monstruo-odio que estaba cerca murmuró sin atisbo de sentimiento en su tono: mira ahí esta el escritor, escritor? pensó el ex-presionero, qué diablos es eso, es acaso eso una especie de castigo?

El Principito

Por Carlitos Lavida

LA ESTRELLA




Por Maria José Cumplido

Una vez me prometista que me regalarías una estrella, y yo la muy incrédula, no te creí. Decidiste demostrármelo sin ninguna duda y partiste hacia el universo a buscar a mi estrella.
Jamás volviste. Algunos dicen que estás muerto, que se te acabó el oxígeno o que el calor estelar te carbonizó; pero yo te creo y espero que vuelvas con mi regalo, aunque para serte sincera, no tengo idea lo que haré con ella.