viernes, 27 de febrero de 2009

La rama seca

Apenas tenía seis años y aún no la llevaban al campo. Era por el tiempo de la siega, con un calor grande, abrasador, sobre los senderos. La dejaban en casa, cerrada con llave, y le decían:

-Que seas buena, que no alborotes: y si algo te pasara, asómate a la ventana y llama a doña Clementina.

Ella decía que sí con la cabeza. Pero nunca le ocurría nada, y se pasaba el día sentada al borde de la ventana, jugando con "Pipa".

Doña Clementina la veía desde el huertecillo. Sus casas estaban pegadas la una a la otra, aunque la de doña Clementina era mucho más grande, y tenía, además, un huerto con un peral y dos ciruelos. Al otro lado del muro se abría la ventanuco tras la cual la niña se sentaba siempre. A veces, doña Clementina levantaba los ojos de su costura y la miraba.

-¿Qué haces, niña?

La niña tenía la carita delgada, pálida, entre las flacas trenzas de un negro mate.

-Juego con "Pipa" -decía.

Doña Clementina seguía cosiendo y no volvía a pensar en la niña. Luego, poco a poco, fue escuchando aquel raro parloteo que le llegaba de lo alto, a través de las ramas del peral. En su ventana, la pequeña de los Mediavilla se pasaba el día hablando, al parecer, con alguien.

-¿Con quién hablas, tú?

-Con "Pipa".

Doña Clementina, día a día, se llenó de una curiosidad leve, tierna, por la niña y por "Pipa". Doña Clementina estaba casada con don Leoncio, el médico. Don Leoncio era un hombre adusto y dado al vino, que se pasaba el día renegando de la aldea y de sus habitantes. No tenían hijos y doña Clementina estaba ya hecha a su soledad. En un principio, apenas pensaba en aquella criatura, también solitaria, que se sentaba al alféizar de la ventana. Por piedad la miraba de cuando en cuando y se aseguraba de que nada malo le ocurría. La mujer Mediavilla se lo pidió:

-Doña Clementina, ya que usted cose en el huerto por las tardes, ¿querrá echar de cuando en cuando una mirada a la ventana, por si le pasara algo a la niña? Sabe usted, es aún pequeña para llevarla a los pagos...

-Sí, mujer, nada me cuesta. Marcha sin cuidado...

Luego, poco a poco, la niña de los Mediavilla y su charloteo ininteligible, allá arriba, fueron metiéndosela pecho adentro.

-Cuando acaben con las tareas del campo y la niña vuelva a jugar en la calle, la echaré a faltar -se decía.

Un día, por fin, se enteró de quié era "Pipa".

-La muñeca explicó la niña.

-Enséñamela...

La niña levantó en su mano terrosa un objeto que doña Clementina no podía ver claramente.

-No la veo, hija. Échamela...

La niña vaciló.

-Pero luego, ¿me la devolverá?

-Claro está...

La niña le echó a "Pipa" y doña Clementina cuando la tuvo en sus manos, se quedó pensativa. "Pipa" era simplemente una ramita seca envuelta en un trozo de percal sujeto con un cordel. Le dio la vuelta entre los dedos y miró con cierta tristeza hacia la ventana. La niña la observaba con ojos impacientes y extendía las dos manos.

-¿Me la echa, doña Clementina ... ?

Doña Clementina se levantó de la silla y arrojó de nuevo a "Pipa" hacia la ventana. "Pipa" pasó sobre la cabeza de la niña y entró en la oscuridad de la casa. La cabeza de la niña desapareció y al cabo de un rato asomó de nuevo, embebida en su juego.

Desde aquel día doña Clementina empezó a escucharla. La niña hablaba infatigablemente con "Pipa".

-"Pipa", no tengas miedo, estate quieta. ¡Ay, "Pipa", cómo me miras! Cogeré un palo grande y le romperé la cabeza al lobo. No tengas miedo, "Pipa"... Siéntate, estate quietecita, te voy a contar.- el lobo está ahora escondido en la montaña...

La niña hablaba con "Pipa" del lobo, del hombre mendigo con su saco lleno de gatos muertos, del horno del pan, de la comida. Cuando llegaba la hora de comer la niña cogía el plato que su madre le dejó tapado, al arrimo de las ascuas. Lo llevaba a la ventana y comía despacito, con su cuchara de hueso. Tenía a "Pipa" en las rodillas, y la hacía participar de su comida.

-Abre la boca, "Pipa", que pareces tonta...

Doña Clementina la oía en silencio.- la escuchaba, bebía cada una de sus palabras. Igual que escuchaba al viento sobre la hierba y entre las ramas, la algarabía de los pájaros y el rumor de la acequia.

Un día, la niña dejó de asomarse a la ventana. Doña Clementina le preguntó a la mujer Mediavilla:

-¿Y la pequeña?

-Ay, está delicá, sabe usted. Don Leoncio dice que le dieron las fiebres de Malta.

-No sabía nada...

Claro, ¿cómo iba a saber algo? Su marido nunca le contaba los sucesos de la aldea.

-Sí, continuó explicando la Mediavilla-. Se conoce que algún día debí dejarme la leche sin hervir... ¿sabe usted? ¡Tiene una tanto que hacer! Ya ve usted, ahora, en tanto se reponga, he de privarme de los brazos de Pascualín.

Pascualín tenía doce años y quedaba durante el día al cuidado de la niña. En realidad, Pascualín salía a la calle o se iba a robar fruta al huerto vecino, al del cura o al del alcalde. A veces, doña Clementina oía la voz de la niña que llamaba. Un día se decidió a ir, aunque sabía que su marido la regalaría.

La casa era angosta, maloliente y oscura. junto al establo nacía una escalera, en la que se acostaban las gallinas. Subió, pisando con cuidado los escalones apolillados que crujían bajo su peso. La niña la debió oír, porque gritó:

-¡Pascualín! ¡Pascualín!

Entró en una estancia muy pequeña, a donde la claridad llegaba apenas por un ventanuco alargado. Afuera, al otro lado, debían moverse las ramas de algún árbol, porque la luz era de un verde fresco y encendido, extraño como un sueño en la oscuridad. El fajo de luz verde venía a dar contra la cabecera de la cama de hierro en que estaba la niña. Al verla, abrió más sus párpados entornados.

-Hola, pequeña -dijo doña Clementina-. ¿Qué tal estás?

La niña empezó a llorar de un modo suave y silencioso. Doña Clementina se agachó y contempló su carita amarillenta, entre las trenzas negras.

-Sabe usted dijo la niña-, Pascualín es malo. Es un bruto. Dígale usted que me devuelva a "Pipa", que me aburro sin "Pipa"...

Seguía llorando. Doña Clementina no estaba acostumbrada a hablar a los niños, y algo extraño agarrotaba su garganta y su corazón.

Salió de allí, en silencio, y buscó a Pascualín. Estaba sentado en la calle, con la espalda apoyada en el muro de la casa. iba descalzo y sus piernas morenas, desnudas, brillaban al sol como dos piezas de cobre.

-Pascualín -dijo doña Clementina.

El muchacho levantó hacia ella sus ojos desconfiados. Tenía las pupilas grises y muy juntas y el cabello le crecía abundante como a una muchacha, por encima de las orejas.

-Pascualín, ¿qué hiciste de la muñeca de tu hermana? Devuélvesela.

Pascualín lanzó una blasfemia y se levantó.

-¡Anda! ¡La muñeca dice! ¡Aviaos estamos!

Dio media vuelta y se fue hacia la casa, murmurando.

Al día siguiente, doña Clementina volvió a visitar a la niña. En cuanto la vio, como si se tratara de una cómplice, la pequeña le habló de "Pipa":

-Que me traiga a "Pipa", dígaselo usted, que la traiga...

El llanto levantaba el pecho de la niña, le llenaba la cara de lágrimas, que caían despacio hasta la manta.

-Yo te voy a traer una muñeca, no llores.

Doña Clementina dijo a su marido, por la noche:

-Tendría que bajar a Fuenmayor, a unas compras.

-Baja -respondió el médico, con la cabeza hundida en el periódico.

A las seis de la mañana doña Clementina tomó el auto de línea, y a las once bajó en Fuenmayor. En Fuenmayor había tiendas, mercado, y un gran bazar llamado "El Ideal". Doña Clementina llevaba sus pequeños ahorros envueltos en un pañuelo de seda. En "El Ideal" compró una muñeca de cabello crespo y ojos redondos y fijos, que le pareció muy hermosa. "La pequeña va a alegrarse de veras", pensó. Le costó más cara de lo que imaginaba, pero pagó de buena gana.

Anochecía ya cuando llegó a la aldea. Subió la escalera y, algo avergonzada de sí misma, notó que su corazón latía fuerte. La mujer Mediavilla estaba ya en casa, preparando la cena. En cuanto la vio alzó las dos manos.

-¡Ay, usté, doña Clementina! ¡Válgame Dios, ya disimulará en qué trazas la recibo! ¡Quién iba a pensar...!

Cortó sus exclamaciones.

-Venía a ver a la pequeña le traigo un juguete...

Muda de asombro la Mediavilla la hizo pasar.

-Ay, cuitada, y mira quién viene a verte...

La niña levantó la cabeza de la almohada. La llama de un candil de aceite, clavado en la pared, temblaba, amarilla.

-Mira lo que te traigo: te traigo otra "Pipa", mucho más bonita.

Abrió la caja y la muñeca apareció, rubia y extraña.

Los ojos negros de la niña estaban llenos de una luz nueva, que casi embellecía su carita fea. Una sonrisa se le iniciaba, que se enfrió en seguida a la vista de la muñeca. Dejó caer de nuevo la cabeza en la almohada y empezó a llorar despacio y silenciosamente, como acostumbraba.

-No es "Pipa" -dijo-. No es "Pipa".

La madre empezó a chillar:

-¡Habráse visto la tonta! ¡Habráse visto, la desagradecida! ¡Ay, por Dios, doña Clementina, no se lo tenga usted en cuenta, que esta moza nos ha salido retrasada ... !

Doña Clementina parpadeó. (Todos en el pueblo sabían que era una mujer tímida y solitaria, y le tenían cierta compasión).

-No importa, mujer -dijo, con una pálida sonrisa-, No importa.

Salió. La mujer Mediavilla cogió la muñeca entre sus manos rudas, como si se tratara de una flor.

-¡Ay, madre, y qué cosa más preciosa! ¡Habráse visto la tonta ésta ... !

Al día siguiente doña Clementina recogió del huerto una ramita seca y la envolvió en un retal. Subió a ver a la niña:

-Te traigo a tu "Pipa".

La niña levantó la cabeza con la viveza del día anterior. De nuevo, la tristeza subió a sus ojos oscuros.

-No es "Pipa".

Día a día, doña Clementina confeccionó "Pipa" tras "Pipa", sin ningún resultado. Una gran tristeza la llenaba, y el caso llegó a oídos de don Leoncio.

-Oye, mujer: que no sepa yo de más majaderías de ésas... ¡Ya no estamos, a estas alturas, para andar siendo el hazmerreír del pueblo! Que no vuelvas a ver a esa muchacha: se va a morir, de todos modos...

-¿Se va a morir?

-Pues claro, ¡que remedio! No tienen posibilidades los Mediavilla para pensar en otra cosa... ¡Va a ser mejor para todos!

En efecto, apenas iniciado el otoño, la nña se murió. Doña Clementina sintió un pesar grande, allí dentro, donde un día le naciera tan tierna curiosidad por "Pipa" y su pequeña madre.

Fue a la primavera siguiente, ya en pleno deshielo, cuando una mañana, rebuscando en la tierra, bajo los ciruelos, apareció la ramita seca, envuelta en su pedazo de percal. Estaba quemada por la nieve, quebradiza, y el color rojo de la tela se había vuelto de un rosa desvaído. Doña Clementina tomó a "Pipa" entre sus dedos, la levantó con respeto y la miró, bajo los rayos pálidos del sol.

-Verdaderamente- se dijo-. ¡Cuánta razón tenía la pequeña! ¡Qué cara tan hermosa y triste tiene esta muñeca!

EXTRAÍDO DE "HISTORIAS DE ARTÁMILA" DE ANA MARÍA MATUTE

miércoles, 25 de febrero de 2009

5 preguntas capciosas y sabrosas PARA los EMOS

Por Renato Neira Ladrón de Guevara

Bueno es la 1 de la madrugada, pero es a esta hora que vi el consejo de mi amigo el Gringo, y decidí entrarle a la pataleta y comenzar a “5parear” una vez más. Me aconsejaron hacer un 5para de los EMOS, una nueva raza en lo que respecta a las tribus urbanas, bueno “nueva” ya que existe desde principios de los 90’s, EMO sale del inglés “emotional hardcore”, así es que surgió como un movimiento antifashion (claro que ahora es más fashion serlo). Pues bien, el estereotipo de un EMO es de un adolecente casi joven, de entre 14 a 19 años, que gusta vestirse de negro y combinarlo con colores muy efusivos (no estoy usando un eufemismo) como son el rosado, el lila, el morado; etc. Pero, ellos cuentan con una particularidad, creo yo impuesta mas que propia, que es la de ver las cosas de forma depresiva, tratando de encontrar algo por lo cual seguir viviendo (lo cual abunda en este planeta, si el chino lo encontró ustedes también pueden), además cuentan con grandes, extravagantes y abultados peinados, así como el uso de piercings (en el labio por lo general, vamos muchachos algo más de originalidad), en pocas palabras un EMO es más fácil de diferenciar que un elefante en una bandada de palomas. Claro está, que no puedo decir nada en contra de ellos, no porque se vayan a suicidar, sino porque creo que cada quien tiene derecho a expresarse como deseé, así sea deprimiéndose por la muerte de un amigo o porque simplemente subió el precio del pan, o si se le cayeron lo chisitos (existen aún, me siento viejo, bueno si ponía boliquesos me perdían el hilo) en el recreo, o si la chibola que les gusta no les da bola (boliquesos que rico) y prefiere a sus compañeritos con bigotillo. Pero, sé por experiencia, que no todos los EMOS son iguales, puesto que conozco a uno que otro, y debo admitir que no son tan llorones como los pintan, ni tan amanerados, ni monces, ni pavos, ni bisexuales, ni depresivos, ni hinchas acérrimos de las actividades de auto satisfacción sexual (pajeros pes); es más debo decir que son como cualquier persona solo que con más maquillaje (jajaja mentira, o no?). Más debo también, admitir que es desmedido el odio, que está de moda por cierto, hacia los EMOS, así es está de moda golpearlos, insultarlos, escupirles, orinar en su Gatorade (y decir que es un nuevo sabor extra cítrico), o simplemente ignorarlos. Los videos que observe en internet de cómo los golpean, o los insultan sin razón alguna, simplemente me repugnan, la calidad es pésima, no se oye nada además están pixeliados, pero al margen de los detalles técnicos se muestra como se discrimina a alguien simplemente por querer ser diferente, y es que en el fondo todos queremos serlo (digo diferentes, no EMOS, bueno si alguien quiere chévere, pero sin deprimirse ah). Y por último la lista de enemigos es interminable (incluye personajes famosos, encuéntralos!): metaleros, punks, screamos (mas conchudos), reguetoneros, tombos, barristas (de todos los equipos), pokemones, digimones, salmones y The Ramones, migrantes e inmigrantes, fronterizos, pobres, ricos, negros, blancos, verdes, amarillos, rojos (comunistas tarados), Hitler, todos los de la WWE (menos el Undertaker ese es medio EMO), públicos, privados, niños, viejos, serenos, Pol Pot, Sandokan, Alá, Buda, el zambo Cavero, mi hermano, Pele, y por último, todos los que no son EMOS. Entonces empezaremos con las 5 preguntas capciosas y sabrosas para los EMOS, las “5para” de hoy son:

1) ¿Les gusta el EMOliente? (bueno para la resaca, y para adquirir tifoidea al paso)

2) Si quieren encontrar algo de que deprimirse: ¿por qué no van a alentar a la selección? (así nos deprimimos todos juntos, arriba las gillettes!)

3) ¿Sabían que Dios es el único que no los odia? (claro pues, son su experimento menos fallido)

4) ¿Suicidarse es tannnnn difícil?

Y por último…

5) Ya en serio, fuera de tonteras y rodeos: ¿en qué rayos creen? (todos tienen un credo, yo creo en el capitalismo en una era donde a nadie le gusta pero igual lo siguen)

Termino, diciendo que cada quien tiene una creencia, una vestimenta, un pensamiento y una vida propia y eso debe respetarse ante todo (claro, fácil de decir después de estar jodiendo tanto). Además, no vale la pena estar molestando a otros, puesto que de ser nuestra la posición del molestado (que posición tan brava será esa), no nos gustaría, y por otro lado pensemos: hay tanto EMOS ahora que puede que los "no EMOS" seamos minoría algún día y sean ellos los que nos discriminen y golpeen (jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja, perdón). Fuerza EMOS que en la vida hay muchas cosas por las cuales estar felices, como el tener el valor de ser parte de una tribu odiada por todos, y aún así resistir por lo que uno cree, eso es valor (VALORRR).

Circunloquio sobre las 7 de la tarde

Por Wilson Moreno R.

Luz = 1
Sombra = 2
Tú = 3
Yo = 4

1, mi mano, 2.
Tu sonrisa, 1, tu mano lejos, 4.
1, miel, 1, 1, 1, 2, amargo, 1.
Tu mano, mi mano, 1.
1, 3, 4, 2.
1 + 1 siempre termina siendo 2.
4, bromas, 2.
4, 3, 1.
Mi sonrisa, 2, tu sonrisa.
2, tu sonrisa, 1, tu sonrisa otra vez.
2, 3, 4, sonrisas, 1.
2, 1, rutina.
3, 3, 3, 3, 3, 3.
Miedo, 2, más miedo, 1.
2, 1, 2, 1, 2, 1, etc.
Tu mano vuelve, 4, 1, 1, 1, 1.
2, 4, un foco, 1.
Inseguridad, 2, risas... 1.
Tu sonrisa, miedos, 2.
2, insultos, risas, 2, 1.
2 + 2 siempre será 1.
4, 2, 3, salvación.
3, 1.
3, 4, siempre...

Existentialism - Waking Life excerpt

Pececillos

Por Selene

A mediados de Enero, luego de un almuerzo dominical, Luzmarina se tocó la cabeza. El acondicionador había hecho un buen efecto en cuanto a suavidad, sedocidad y brillo. Sintió como si un pececillo se le escapara de la yema de los dedos, cerró los ojos para concentrarse y sentir a dicho pececillo otra vez, lo hizo, lo hizo, lo sintió otra vez; se tocaba mientras recordaba la pecera que tenía en casa cuando era niña. Le habían regalado una pecera cuando tenía 8 años, le encantaba verlos nadar, comer, defecar, morir. Solía meter la mano dentro de la pecera para poder atrapar a los pececillos, muy pocas veces lograba rozar sus pequeños cuerpecitos suaves y escurridizos. Saltaba de alegría cuando uno se moría y flotaba panza arriba, ya no se movía, y para ella todo era más fácil. Pasaba días con el pececillo muerto, hasta que no se viera o apestara a podrido, luego lo tiraba a la basura, como residuo de pescado de un mercado cualquiera.

Luzmarina abrió los ojos, todavía sentía a los pececillos en la yema de sus dedos, sonrió "niña tonta, ay niña!" y con esa misma sonrisa fue al baño, ya saben, de tanto pensar en agua. Se miraba y cogía a los pececillos en su cabeza, el espejo se reía, el orín mojaba su ropa íntima y calentaba sus piernas. El espejo se reía de Luzmarina, era ella con decenas de agujeros y mechones ralos en su cabeza, estaba volviéndose calva, la piel de su cráneo , suave, tierno, escurridizo. Llenó el lavabo con agua y se sumergió, Luzmarina pensaba en que momento se pondría panza arriba.

Fiona Apple - Criminal

Mi teoría sobre los dinosaurios

Por Fermina

Ya ningún dinosaurio me sorprende. Todos tan volátiles, tan arcaicos y modernos. Sus dientes parecían enjaular polvo, morder raíces añejas y estériles.

Ellos vienen en grupo y yo no me muevo.

Parece mentira, pero mientras más quieta estoy, más amigables se ven.

Parece mentira, pero me quedo quieta y sonrío, y ellos huyen por la ventana.

Se cogen de la cola formando una gran cadena.

Se trasladan a otro planeta.

Esa era mi teoría.

Los dinosaurios se extinguieron porque volaron, unidos de la cola, hacia otro planeta.

64.



Por Sereales

Fin y principio

Por Jorge Torres

El extraño y no tan feo cuerpo fue encontrado al amanecer en una playa de la costa sur, no hay indicios de asesinato, se ve en medio del cuerpo una mancha roja (que luego supimos por las investigaciones que era salsa de tomate con toquecitos de mostaza), en la palma de la mano un papel mojado, pero distinguible, en el papel hay escrito un nombre, que se supone es el supuesto nombre de la víctima, ya que encontramos sus documentos aproximadamente a dos kilómetros de dicha playa, ahora porqué alguien escribiría su propio nombre el día de su muerte. Quizá una pista para seguir al verdadero asesino, pero la autopsia dio como resultado muerte natural, sea eso o no cierto para la gente del sur, no podemos hallar la verdad, sólo nos queda el papel y el nombre.

Aves sin nido


Por Carlitos 7.9


Y ella se entrometía

Por Maria José Cumplido

Paulina se entrometía constantemente en mi vida. Revisaba mis mensajes del celular, los contactos que tenía en MSN, en mi agenda, en mi libreta de notas, en los papeles arrugados del basurero, en la mano izquierda, en la derecha......en fin, quería conocer a toda la gente que estaba a menos de un metro mío. Gritaba desaforada cuando sentía que la engañaba e incuso derramaba lágrimas de celos incomprensibles. Sólo el tiempo fue calmando paulatinamente su paranoia. Un dia descubrí que ella me mentía, que se estaba inmiscuyendo con la única persona con que no debía. Vi como le dejaba mensajes en secreto, como le vomitaba literatura barata ante mis ojos. La llamé frenética preguntando ¿que carajo estaba haciendo? Ella me encontró rídicula y dijo que no podía comportarme de esa manera. Examiné en sus diversas carteras y bolsos, buscando pruebas de mi sospecha, no podía permitir tal infamia a mi persona. Me estaba engañando la muy perra y no quería contestar a mis preguntas. Cuando la encaré, lo único que respondió fue: "Paulina, no te entrometas tan obsesivamente en mi vida"

Mierda, yo siempre había sido Paulina