sábado, 1 de agosto de 2009

Victorias y derrotas de quienes terminan ganando

Por Wilson Moreno R.

Tonto y Tonta suelen pelear mucho, es una costumbre que no saben olvidar. La adoptaron de los planetas en los que nacieron, a través de los cromosomas y algunos otros artefactos biotípicos que no vale la pena mencionar. Sus peleas son muy emocionantes, pues siempre terminan en algún desmán, arrojándose cosas, uno contra otro, uno a la vez, como si tuvieran turnos.

Cuando pelean por el televisor, se avientan el control remoto. Cuando pelean por el teléfono, se avientan las guías telefónicas. Cuando pelean por el agua, se avientan los platos o quizá algún inofensivo tenedor. Sus peleas son rutinarias, así como también lo es reponer las cosas que cada día terminan rompiendo. Tonto y Tonta comprenden: Todo en esta vida tiene un precio, y el amor encabeza la lista.

Cierto día, se pelearon desde el alba al atardecer; tanto, que no había más cosas que arrojarse. El ring lucía desierto, de igual forma sus ideas. Al no ver otra salida, y queriendo obtener la victoria a toda costa, Tonta terminó arrojando su corazón a Tonto, sin que ella misma pudiera darse cuenta. Tonto quedó noqueado en el acto. Tonta ganó la batalla aquella noche, sin saber que quizá Tonto obtuvo alguna otra victoria, pese a su estado.

Desde que despertó aquella noche, Tonto guarda el corazón de Tonta junto al suyo, como una especie de trofeo de guerra. Con el pasar del tiempo, éstos se han hecho uno, y es este nuevo corazón el que les da un poco más de vida cada día, para seguir peleando y arrojándose cosas, desde el alba al atardecer; pero sobretodo, para seguir siempre juntos, pues su corazón es ahora uno igual que ellos, y eso, ya no es una cuestión de cromosomas.

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