martes, 18 de noviembre de 2008

A UNA COPA

Por † Gidhe Strigoi †

Te miro y siento que me asedian los lúgubres abismos,
Los coléricos desdenes, las faustas primicias
De amores envenenados, bajo la bruma oscura
De mil cigarros empapados de lamentos y codicias.

Siempre ansío que roces mis labios, hechura de cristal,
Habitante perpetua de la abismal taberna,
Hoguera de mis penas, cáliz de mis cortos gozos,
Que a mis secretos embriagas con tu esencia eterna.

Eres el abrigo del sosiego y de lo ambiguo,
Donde viven hojas secas e hilarantes praderas,
Y donde el profundo mar y el inmenso cielo se mezclan
Sumiendo en el abandono a mis congojas lastimeras.

Dejas que la luz vague ente mis lágrimas,
Como si Apolo contemplara las aguas del Leteo;
Acompañas mis desvelos, resguardas mis caricias,
Me arrebatas el aliento y desvaneces mi aciago titubeo.

Eres esclava del vino, el alma cristalizada de Dionisio,
Tan vasta cuando el hastío me apresa y me allano en el olvido,
Y tan exangüe cuando mis idos labios tu sangre anhelan;
Íntima del odre vulgar, camarada del refinado garrido

Bajo la luna te dedico este canto que brota de mi vicio,
De mis próvidos placeres y recuerdos dolorosos,
Para que no olvides a este ser que ante ti se rinde,
Que de su vida eres la linde y la lira de sus versos más hermosos.

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